Músicas horizontales
La música horizontal se despliega como un acontecimiento del tiempo, un desdoblamiento que no se encierra en la solidez de la verticalidad armónica, sino que se expande, se alarga y se desliza en el espacio de la escucha. En su esencia, no es simplemente la evolución de una melodía o el entrelazamiento contrapuntístico de líneas independientes, sino la exposición misma de una resonancia que acontece en su transcurrir. La música horizontal no es sólo sonido, sino intervalo, espera, diferencia y retorno.
En el canto gregoriano, la voz única se sostiene sin otro fundamento que el propio aliento que la impulsa. No hay verticalidad que la sostenga ni la constricción de una estructura armónica predefinida. Se eleva y se repliega en su propia extensión, en su apertura a la infinita posibilidad del timbre y la modulación. Del mismo modo, la polifonía renacentista trama una comunidad de voces que no buscan apoyarse unas en otras en la rigidez del acorde, sino que avanzan en una relación de escucha mutua, un entretejido de diferencias que coexisten sin subordinarse.
La música horizontal nos confronta, así, con una escucha que no es de posesión, sino de apertura al flujo del ser sonoro, al acontecer de la diferencia que nos constituye.
La escucha horizontal prolonga esta resonancia: se despliega como una práctica en la que ninguna voz es supeditada a otra, sino que todas participan en una red de significados que emergen en el entretejido del diálogo. La atención plena se vuelve un acto de apertura radical, donde la escucha no es una espera pasiva, sino una implicación en la vibración del otro. Así, la escucha horizontal se inscribe en el gesto mismo de la música horizontal: un entrelazamiento de presencias que no buscan imponerse, sino coexistir en el flujo del tiempo y el ser compartido.
La manifestación radical de la música horizontal nos enfrenta a la dilatación extrema del tiempo sonoro. En su aparente monotonía, abre un espacio de percepción expandida, donde la repetición no es redundancia, sino insistencia, profundidad. El sonido sostenido no cierra, sino que abre, suspendiendo la urgencia del desarrollo para sumergirnos en la vibración misma del ser. Así, la horizontalidad se convierte en una experiencia de infinitud, donde el sonido es presencia pura, sin exigencias, solo existencia.
A continuación encontrarás una selección de músicas para una escucha horizontal del cuerpo y la gravedad.
Linnéa Talp
Yoshi Wada
Otrxs
Time to sleep